Una rata como cualquiera/ ni siquiera la mecha húmeda de un remordimiento, Qué me importan en lo desconocido de sus vidas. Llevo el anticipo contante y sonante en el bolsillo de la campera/ al final del arcoiris está el resto de la teca/ me refiero a SU final/ cuando yo reine sobre su bulto sin sentido ni remedio/ levantando un pie para evitar el viene de la sangre/ que cruce/ cual suele/ como un espejo de alondras roto/ un azar ilegible/ sobre el empolvado de la baldosas/ una última opinión de laja/ lasa/ y córnea.
Lo perdí al dentrar nomás el barrio/ apenas el resguardo de la casualidad/ no creo que sepa lo que sigo/ ni quelo.
He supe/ amorosamente en la paciencia/ esperar sin fumar/ relajando el núcleo de su furor./ Al comienzo, en los albores de mis trabajos, me mordía los muñones hasta dar hueso con hueso/ pero la salud que se regala o rifa ni quién te la devuelva. Tengo junados un par de aguantatrices deros en que dentra a ponerla. Me hace cosquillitas pensar que por vez última se desfoga/ su inmenso placer/ entre los muslos elásticos de una pibita. Y que tristes los ojos cuando se enfriente al últimatum del 38 largo/ cuando le vea la cuenca negra/ ese instante en que se caen de las manos las tablitas de marfil del ábaco de los polvos/ nostalgia de los dejado sin el desamparo de uno/ lo he visto cuántas veces/ todo ese cielo azul/ para quiénes/ hasta el gallo de plomo deforme de velocidad/ asperjando al día su cerebro/ escupido en menos que parpadear.
Yo supe que se muere en forma de finitiva/ sin transmigración ni una mierda/ de tanto verles el pavor en los ojos/ ellos también eran de mi opinión/ y por unas cuantas circunstancias, que no vienen al caso, que me pusieron a un tris de entregar junto al ojete mis razones. Nadie ví que se encomendara al espíritu santo/ a menos que fuera para mantener cerrado el culo al tráfico de sus heces. Caquita de condenado/no hay quién deje/ yo almenos no conocí/ que deje/ lo único/ sin patalear. Aún con todo y lo inexorable/ no parece estar morir en los planes de naides. Asesino a morlacos/ por la plata baila el mono/ y allá se van mis quinientos otros pesos/ las rodillas flojas/ enfilando el senderito postrero/ si me disculpan.
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