viernes, 10 de diciembre de 2010

LAS BONDADES DEL ORO Y LA ESCASEZ DE CICLAMEN

Trabajo en una copia de la Danae de Klimt. Este es el primer paso, sólo lápices de colores, despues vendrá la locura de las tintas. No me interesa el mejunje mitológico del asunto, pero le dió cierta dimensión enterarme de que lo que tiene entre las piernas es la lluvia de oro en que se transformó Zeus para poseerla en el encierro impuesto por el padre de Danae; y que de esta unión nacería Perseo. Siempre adoré esa pierna que yo musculé de más, exageré para asomar las tumescencias de mi alma-eso lo invento ahora- en la manía del exorno. Cuando uso el rojo-un ciclamen belga que conseguí de pedo entre los rezagos de una tienda-pienso en el esmalte de los ceramistas, y por qué no, en el esmalte húmido aún sobre las uñas de mi atorranta. Cuando pienso en el dorado, y antes no se me habría ocurrido usar ese metal hermoso y pecuniario -depositario, históricamente, de casi toda la mierda del mundo- pienso en Klimt, él con su Beso y su Retrato de Adele Bloch-Bauer reconvirtió alquimicamente el oro, para mí, me lo entregó hermoso y resignificado. Salve !

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