martes, 7 de diciembre de 2010

MOI ET ZOMBIE

URDIMBRE MELANCÓLICA/RETAZOS DE NIEBLA/ VOLADURA DE ZOMBIE.
Son dos mitades de un imán roto las capacidades mutantes que me otorgó este superpoder: la vida;
Frente a la caída siempre
más
y
Más
en la degradación.
Hablo con mi herramienta de Eco
o pasa un carro
Las cuatro son sus ruedas sobre el convulsivo abdomen del reanimado.
II
A imitación de las películas case B que se queda hasta tarde mirando, intentó comerse un cerebro que alguien llevaba, al descuido, como un sombrero, funcionando.
Lo emboscó como Van Gogh a Gauguin,
pero torpemente, más torpe y desapasionado;
No sólo porque no tuviera ni siquiera una navaja,
sino porque tropezó
y gustó, apenas, el zumo de sus encías de dragón,
Y dejó, en la vereda, el souvenir de una que otra pieza dentaria:
las niñas ya estarán haciendo agujeros en ellas, a través de ellas
y collares después,
Los cogotes circundados por la sierra de cadena
de la horrísona sonrisa del Zombie.
Pero sin navaja, sin la navaja de los lóbulos alucinantes,
gordos,
sobresaltados en la miel de las hormas.
Le llevé, en su convalecencia de cadaver,
al pie de su lecho,
el cerebro pequeño y espejado
que se había caído, del cráneo
de un niño paquero, como la pera arrebolada de una frutera,
al chocar su sueño como un camión con acoplado,
(la maqueta de ese camión, descalcificada como un huevo trasluciendo la yema),
contra la guillotina granítica del cordón,
lo recogí como a un ave lastimada, refaloso como un jabón Lux,
junto a la rumorosa trenza del agua desperdiciada,
como la musculatura de un trabajador fiduciario;
Ni aún con todos estos mimos y cuidados
le gustó el manjar; no era un carroñero,
había sido irremediablemente seducido
por la idea de cazar su propio fomento.
Amén del polvo de vidrio y los grumos alcaloides
que ni la sangre cruda ni la provenzal
pudieron disimular.
Puto, que a veces Zombie;
Ni nada que te venga bien.
¡Salve, Videlá!

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