viernes, 10 de diciembre de 2010

NADA DE NADA


Llueve y las cucarachas se alborotan: algo en el alambre de cobre de su sistema nervioso millonario les dicta el arrojo y la revuelta. Caen dando vueltas carnero sobre cualquiera como si fueran leones, creo que les gustaría borrarnos de la faz de la tierra que tarde o temprano y lo saben, como en un principio, acabarán gobernando solas. Caminan por debajo de mis pantuflas, vuelan de un lado a otro en la cocina cual colibries mecánicos, galvánicos engendros de la devoración total.
Las admiro y las odio. Confesamente les temo. Si una se introdujera en mi cuarto y esperara ladinamente la noche para entrarle a un pote de telgopor con restos de helado, no podría, como Maldoror, jamás, jamás, pegar un ojo, ni mover un brazo en cualquier dirección de la rosa de los vientos. La lluvia....rica cuando recien baña el mundo y después esa peste a gorda mojada.

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